viernes, 21 de diciembre de 2012

Capitulo 8.

Al verla a los ojos pude notar en ella algo distinto, me miraba con amor, con tanto amor. Ese amor que nunca recibí de chica y que necesite demasiado, en todo momento. Recordé esos momentos que hace poco no recordaba en los que la pasaba bien junto a ella, si estaba segura, era ella.
Nos sentamos en uno de los bancos que había atrás de la casa de Pedro, ninguna de las dos hablaba, no era fácil.

-Yo quie -no pude terminar mi frase.
-Perdón -me interrumpió- perdoname por haberte abandonado, estaba desesperada, no sabia que hacer, sabia que no iba a seguir viviendo mucho tiempo.
-Pero si  lo hiciste, estas acá.
-Ya se. Me costo mucho, la luche y acá estoy, ya todo termino. Tengo que tomar algunas pastillas todos los días pero eso no es importante, siempre pensé en vos, pero nunca tuve el valor de buscarte.
-¿Hace cuanto que saliste del hospital?
-Bueno, el día que te deje me fui a internar, eso lo sabias, no? -asentí con mi cabeza- y estuve en el hospital un año maso menos, después tenia que ir seguido pero ya no estaba tan mal. Me fui recuperando en mi casa y al otro año ya estaba bien.
-¿Y por que no me buscaste? Yo te necesite mucho de chica, nunca me diste tanto amor.
-Lo se, perdoname. Pasa que estaba mal por lo de tu papá, tenia miedo, él siempre te cuido a vos, hacia todo, después quede sola y no sabia que hacer, todo lo que hacia salia mal, la comida se me quemaba, la casa no estaba limpia por todo lo que tenia que hacer. Y bueno, después con respecto a lo de porque no te busque, solamente por miedo y porque no sabia donde estabas.
-Esto no puede olvidarse de un día para el  otro, al menos yo no puedo. No pretendas que hoy todo este bien.
-Hija, dame una segunda oportunidad, estuve mal, lo se, me arrepiento de haberlo hecho pero no tenia otra alternativa, de cualquier modo ibas a quedarte sola.
-Podías haber hecho muchas cosas para que no sufriera, pero no, me dejaste en la calle, sin nada, tuve que trabajar para poder vivir, no tenia que comer, la ropa cada vez me quedaba mas ajustada, y en su momento tuve que pedir. De a poco las cosas fueron cambiando  por suerte, y termine con una familia que me dio todo, obviamente yo trabajaba ahí pero a pesar de eso eran como mis padres y sus hijos mis hermanos, esos que nunca tuve.
-Paula, perdón -dijo mientras lloraba, aunque me daba cuenta que no quería hacerlo- no tengo otra cosa para decirte.
-Es raro verte acá -dije mientras miraba el piso- pensé que no iba a volver a hacerlo.
-Yo pensé lo mismo -dijo mientras acariciaba mi mejilla- estas tan grande -sonreí- me gustaría que vuelvas a decirme mamá, mucho -deje de mirarla- ¿puedo darte un abrazo? -la mire y asentí con mi cabeza.

Al segundo sentí como me abrazaba, ese abrazo que necesitaba tanto, aunque me haga la dura o lo que sea, lo necesitaba mucho. Ella se puso a llorar y yo me separe ya que estaba a punto de hacerlo, nos quedamos las dos calladas, de golpe sentí como una especie de mareo.

-¿Estas bien? -dijo agarrando mi brazo.
-Si, esto me viene pasando hace unos días, no es nada.
-Bueno -miro la hora- es tarde y como todo sigue igual tengo que irme.
-¿No preferís quedarte acá? Digo, volver a llamar a un taxi no da, mañana puede llevarte Ana, la mamá de Pedro, o su esposo a tu casa.
-No quiero molestar Pau, lo mejor va a ser que me vaya.
-No, es grande la casa y nadie va a decir nada, a parte sos de la familia o no?
-no pudo evitar sonreír- si, eso creo.
-Me hice un poco la dura, es rara la situación que estaba pasando, jamas pensé que iba a pasar y bueno -la abrace- gracias por volver, mamá.


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